Eaux et tristesses, montez et relevez les Déluges

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04 octubre 2007

EN LA DUCHA

El otro día solté la frase: "me da igual irme a la mierda más tarde que más temprano". Luego pensé que, en realidad, preferiría que fuera más tarde. Pero no lo sé... No sé lo que quiere decir "en realidad". Todo depende del momento, de cómo me lo tome... Me había levantado muy mal esa mañana. Estoy muy cansado. Me hace gracia ver cómo hay gente que se toma las cosas de forma opuesta a la mía. Debo de haber perdido las ganas de buscar cosas nuevas. Es un puto trabajo. Yo lo veo así, al menos. Como aprender matemáticas. Hay que ir asentando cada paso antes de dar el siguiente. Cada vez que veo un atisbo de dulzura luego hay algo que me repele. O su reloj era demasiado hortera, o le gustaba leer libros malos. Que eran malos lo digo yo, claro, pero malos de solemnidad. Nada me convence. No soporto perseverar, ni lo intento, por supuesto. Sólo resistir, resistir en la miseria, fisiológicamente. No acumulo experiencias. Es un proceso de empobrecimiento personal. Veo ese cuerpo en el espejo, y da asco. A veces me miro la cara. Pocas veces. Normalmente tengo que hacer una mueca, algún gesto de desprecio, lo que sea. Me acuerdo de cosas. De cómo me sacó la lengua al verme una vez, de momentos de ese puto periodo que tengo enquistado en la mente. Pienso en los edificios derribados. Me digo que podría ir a ver el solar, o lo que estén haciendo allí, pero no tengo ningún motivo para ir por esa zona. No vale la pena. No sé si me pondría triste o alegre. Además la memoria no funciona así. La mía se mueve por caprichitos crueles y ciclos molestos que me ponen enfermo. Las manos me huelen mal. Me estoy pudriendo. Todo me empieza a oler a vejez, a descomposición en vida. El agua me sabe blanda y rara, como si hubiesen lavado muertos con ella. No se me puede tomar en serio. No hay nada que diga de lo que no pueda arrepentirme más tarde. Debería verlo como un derecho, pero no tengo palabra, desde luego. Me da miedo tomar alguna determinación de la que no pueda arrepentirme. No sé describir los acontecimientos. Busco las palabras como si estuviesen escritas en tarjetas, sin ningún contacto vivencial. Sería un mal narrador de mí mismo. Al menos si lo que me piden es consistencia. Llegar a un relato estable y útil que permita desanudar ciertas situaciones. Evidentemente que la verdad me preocupa. Hay cuestiones conceptuales que convendría tratar de resolver. Pero también me aburre. Y hay umbrales de dolor que quiero evitar. Sé que están ahí, eso lo tengo muy claro, y lo tengo presente siempre, pero intento mantenerme a cierta distancia de ellos. Si los atravesara no sé si podría volver.